El recuerdo a las mujeres conserveras ocupa su lugar propio en Arrecife

El Cabildo de Lanzarote inauguró en la tarde del viernes la escultura realizada en honor a las mujeres que trabajaron duro en la industria conservera de la isla en las décadas de los 60 y 70, la cual rinde tributo a la fuerza y resiliencia de esas mujeres que se incorporaron al mundo laboral en torno a la pesca extractiva y su transformación industrial en una época de gran explosión económica.

La escultura ha sido ejecutada en bronce por la artista lanzaroteña Cintia Machín y está ubicada en la rambla medular de Arrecife, mirando al Centro Comercial Open Mall, construido sobre las ruinas de las industrias de Garavillas, en Arrecife.

Cabe recordar que la industria conservera de Lanzarote alcanzó su máximo peso económico entre 1950 y 1980, concentrando incluso el 90% de la flota sardinal española durante esos años. Además, a principios de los 80, el negocio de la pesca suponía el 70% de la economía insular.

La historia de las mujeres conserveras

En los años 60 llegaron a existir hasta cinco fábricas conserveras en Lanzarote: Lloret y Llinares, Afersa (luego Garavilla), Conservera Canarias, Hijos de Ángel Ojeda y Rocar, y más tarde, el tren de congelación de pescado y fábrica de hielo Frigorsa y Atunera Canarias. Cada una de ellas contaba con una plantilla entre 250 y 400 mujeres.

Eran ellas, las mujeres conserveras, las indispensables para garantizar la supervivencia de las familias, no sólo sustentó gran parte de la economía de la isla, sino que favoreció la convivencia de mujeres y hombres en el ámbito laboral lo que supuso un gran avance en la inclusión de la mujer en el trabajo productivo, con una importante repercusión en la lucha feminista: la visibilidad, la independencia económica, el reconocimiento y prestigio de la mujer como profesional.

Comenzaban a trabajar muy jóvenes, entre los 13 y los 14 años, y se veían obligadas a asumir la fábrica como la única alternativa de vida posible. A consecuencia de esto, tenían un ideal femenino que cumplir, relegándose al ámbito privado, al cuidado de sus familias y del hogar. A menudo chocaban los valores femeninos tradicionales, con el aprendizaje que se obtenía de las fábricas.

Todas las mujeres trabajadoras sufrían la obligación de asumir el papel de »la mujer ideal». Sin embargo, muchas lo aceptaban y otras seguían trabajando. Muchas mujeres se quejaban de la difícil situación que tenían que lidiar, donde a la dureza de los trabajos de carga y descarga de mercancía se les añadía las pésimas condiciones higiénicas y sanitarias, con muy poca ventilación y escasez de aire y luz, para que no alterara al producto.

2 Respuestas

  1. Maribel dice:

    Podía haber sido grande y en la rotonda

  2. Xulio dice:

    Me pregunto. Solo trabajaron mujeres?

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