La tradición se recuerda, pero también se aprende, se practica y se defiende

La tradición no solo se recuerda: también se aprende, se practica y se defiende. Así lo remarcan desde el Cabildo de Lanzarote, donde han culminado con éxito un curso de empleita en La Graciosa tras seis meses de formación intensiva. Más de una decena de manos -muchos jóvenes- han redescubierto el arte de trenzar palma en Caleta de Sebo, tejiendo no solo fibras naturales, sino identidad, oficio y orgullo local.

La empleita no es un simple trenzado: es la columna vertebral de la sombrera de palmito, ese sombrero icónico de Lanzarote y La Graciosa que ha sabido resistir el paso del tiempo. Prenda funcional contra el sol y, a la vez, símbolo cultural que sigue presente en fiestas populares y hasta en la imagen del niño Jesús que cada 16 de julio sale en procesión en la isla octava.

«Este curso, que también impartimos en Haría, refleja el compromiso del Cabildo con una artesanía viva, con nuestras raíces y con el impulso de la economía local», afirma Aroa Revelo, consejera insular de Artesanía. Bajo su dirección, el área suma ya 36 alumnos en total entre La Graciosa y el norte de Lanzarote, con el respaldo de las corporaciones locales, especialmente en el municipio de Teguise.

La formación va más allá del aula. El Cabildo ha dado un paso más sembrando, por primera vez, trigo en la Granja Agrícola Experimental, con el objetivo de garantizar el suministro de esta materia prima esencial para la elaboración de sombreras. Porque no solo de palmito vive la artesanía: el trigo aporta la rigidez y consistencia que hacen de la sombrera una pieza duradera y auténtica.

«Sembrar trigo es sembrar identidad», recalca Revelo. «No es un gesto aislado, sino una estrategia coherente con el territorio, que garantiza sostenibilidad y continuidad a nuestras tradiciones». Además, el Cabildo trabaja en paralelo en diversificar y asegurar el abastecimiento de palmito, el otro ingrediente clave del proceso artesanal.

Una prenda con alma

Más que una moda o un recuerdo de tiempos pasados, la sombrera graciosera se reivindica hoy como prenda útil, sostenible y con un profundo arraigo territorial. Su lazo, que cambia de lado según el género de quien la porta, es solo uno de los muchos códigos culturales que encierra esta pieza que vuelve a verse en calles, mercados y festividades.

Desde el Cabildo se anima a los residentes de Lanzarote y La Graciosa a redescubrir y usar con orgullo esta prenda que nos conecta con el paisaje, el clima y, sobre todo, con quienes nos precedieron.

Otro taller en Yaiza

Por otro lado, una veintena de personas ha participado en un taller de trenzado de hoja de palma impartido por la artesana Yolanda Torres, una actividad organizada con el apoyo del Ayuntamiento de Yaiza. El curso se ha desarrollado cada viernes por la tarde en el centro cultural de la localidad, con dos grupos de 10 plazas cada uno.

Durante las sesiones, los asistentes han descubierto no solo las técnicas necesarias para trabajar la palma, sino también el valor de la paciencia, la destreza manual y la práctica constante. Más allá del aprendizaje técnico, el taller ha servido para reforzar el vínculo con las tradiciones canarias.

“Este tipo de talleres no solo preservan una técnica ancestral, sino que nos conectan con lo que somos como pueblo”, destacó el concejal de Cultura, César Rijo. Además, adelantó que tras el verano el Ayuntamiento retomará este tipo de actividades, con nuevas propuestas centradas en la cultura canaria y otras temáticas.

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