El suministro de agua cumple con los estándares de potabilidad, pero…
La campaña “Más grifo, menos plástico”, impulsada por la Reserva de la Biosfera de Lanzarote, reunió esta semana a técnicos y especialistas para analizar la calidad del agua del grifo en la isla.
Todos los ponentes coincidieron en afirmar que el suministro cumple con los estándares de potabilidad. Sin embargo, la percepción ciudadana sigue siendo otra: la gran mayoría de los hogares continúa comprando agua embotellada.
Durante la jornada, los representantes de Canal Gestión, Salud Pública y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria destacaron que la desalación por ósmosis inversa elimina microplásticos y contaminantes, y que el agua se remineraliza antes de llegar a los depósitos.
No obstante, reconocieron que la calidad final depende del mantenimiento de los aljibes domésticos, muchos de los cuales presentan suciedad o filtraciones.
Entre la teoría y la realidad cotidiana
El profesor de Química Rayco Guedes recordó que “el proceso de ósmosis es altamente eficaz”, mientras la inspectora de Salud Pública, Marta Betancort, insistió en que los controles son frecuentes. Pero ambos coincidieron en que la limpieza de depósitos es “una responsabilidad ciudadana ineludible”.
Pese a estos argumentos, las encuestas y la experiencia cotidiana reflejan que la confianza en el agua del grifo es mínima. El sabor salobre, el olor del cloro y la turbidez ocasional alimentan la desconfianza, especialmente en los municipios con infraestructuras más antiguas.
Vecinos consultados aseguran que “nadie bebe agua del grifo en Lanzarote”, y las ventas de agua embotellada siguen creciendo.
El gerente del Consorcio del Agua, Fernando Fernández Pinazo, defendió las mejoras en la red de distribución, pero admitió la necesidad de seguir renovando tuberías y membranas de desalación.
