‘Banderas Negras’ ecologistas para La Graciosa por ocupación ilegal del litoral
La Graciosa, símbolo de naturaleza intacta y tranquilidad dentro del archipiélago canario, ha sido señalada en el último informe Banderas Negras 2025 elaborado por Ecologistas en Acción. La organización ha otorgado dos de sus 48 banderas negras anuales a sendas playas de la isla: Playa Francesa y la zona del litoral de Caleta de Sebo, ambas por la ocupación indebida del Dominio Público Marítimo-Terrestre (DPMT).
Este doble señalamiento convierte a La Graciosa en el único enclave canario que repite bandera negra por partida doble en esta edición, una llamada de atención seria sobre los impactos ambientales que sufre esta isla integrada en el Parque Natural del Archipiélago Chinijo.
Según el informe, tanto en Playa Francesa como en Caleta de Sebo se han detectado ocupaciones del litoral por parte de infraestructuras o actividades privadas, que dificultan el libre acceso a espacios naturales que, por ley, deben ser de uso público. Ecologistas en Acción alerta de que este tipo de apropiaciones, amparadas muchas veces en una gestión laxa o permisiva, suponen un grave riesgo para la conservación de los ecosistemas costeros y para los valores naturales que hacen de La Graciosa un enclave único en Europa.
La denuncia se suma a una tendencia estatal preocupante. De las 48 banderas negras repartidas en todo el litoral español, 13 corresponden a la ocupación del DPMT, una práctica que, según el informe, se ha vuelto “sistemática”, especialmente en zonas de alto valor turístico o ecológico. “El caso de La Graciosa es especialmente doloroso por tratarse de una isla protegida y con una vocación claramente conservacionista”, señalan desde la organización.
El documento también pone el foco en otros puntos del archipiélago, como el Hotel RIU Palace Tres Islas en Fuerteventura, cuya presencia en pleno corazón del paraje protegido de las dunas de Corralejo sigue generando polémica por operar con una concesión caducada.
A nivel estatal aseguran los ecologistas que la proliferación de resorts, urbanizaciones y chiringuitos permanentes en primera línea de mar ha contribuido a la pérdida progresiva del espacio litoral como bien común.