César Manrique, 33 años después: los retos de su tiempo siguen en pie
Hoy, 25 de septiembre de 2025, Lanzarote vuelve a mirar al cielo con memoria. Se cumplen 33 años de la muerte de César Manrique, artista, visionario y defensor del paisaje que convirtió esta isla en un referente mundial de cómo el arte puede dialogar con la naturaleza sin destruirla.
Manrique falleció en 1992 en un accidente de tráfico a escasos metros de su Fundación en Tahíche. Tres décadas después, sus palabras y advertencias parecen escritas ayer: el turismo desbordado, la presión urbanística, el cambio climático y la pérdida de identidad cultural siguen siendo los grandes debates de nuestro tiempo.
Cuando en los años 60 regresó a Lanzarote, supo leer lo que estaba en juego. La isla estaba a punto de lanzarse a una carrera turística que podía devorar su esencia. Su propuesta fue tan simple como radical: crecer con límites, respetar la escala del territorio, integrar la arquitectura en el paisaje y convertir la belleza en motor económico.
Los Jameos del Agua, el Mirador del Río o el Jardín de Cactus no fueron solo proyectos artísticos: fueron declaraciones de principios. “No se trata de hacer, sino de saber mirar lo que ya existe”, repetía.
Retos vigentes
Hoy, el mundo se enfrenta a problemas que Manrique intuyó con décadas de antelación. La masificación turística amenaza a destinos frágiles; el cambio climático golpea con especial fuerza a territorios insulares; y la identidad cultural se diluye bajo la homogeneización global.

En Lanzarote se han dado pasos importantes, pero insuficientes. La pregunta que lanzó el artista sigue sin respuesta definitiva: ¿Cómo crecer sin destruir lo que nos hace únicos?
Cada mirador sin vallas invasivas, cada casa que respeta los colores de la tierra, cada decisión política que pone límites al cemento lleva la huella invisible de Manrique… Su legado no es un museo congelado. Nos recuerda que el verdadero progreso no está en construir más, sino en saber convivir mejor con lo que nos rodea.
