La Graciosa, isla sin estrés, un paraíso ideal para disfrutar en compañía

A solo media hora en barco desde Órzola, al norte de Lanzarote, se encuentra La Graciosa, una pequeña isla que parece detenida en el tiempo. Sin carreteras asfaltadas, sin coches privados y sin estrés, este rincón del Archipiélago Chinijo se ha convertido en el refugio perfecto para quienes buscan un verano diferente.

La Graciosa es la única isla habitada de Europa sin calles asfaltadas. En lugar de carreteras, hay caminos de arena y tierra. El transporte se hace a pie, en bicicleta o en todoterrenos autorizados. Este ritmo pausado lo impregna todo: no hay semáforos, ni ruido, ni aglomeraciones. El tiempo aquí se mide por la marea y la luz del sol.

Las playas de La Graciosa son de una belleza casi salvaje. Desde La Francesa, perfecta para el baño y el snorkel, hasta Las Conchas, con su arena dorada y vistas a Montaña Clara, cada rincón ofrece tranquilidad absoluta. No hay chiringuitos ni hamacas: solo naturaleza en estado puro.

Aquí la cobertura móvil es limitada y la televisión sobra. Lo que sí encontrarás es silencio, noches estrelladas y días que invitan a leer, pasear, bañarse y reconectar con lo esencial. Si buscas una desconexión digital o mental, pocas islas ofrecen una experiencia tan limpia y auténtica.

Turismo sostenible y consciente

La Graciosa forma parte de una reserva marina y terrestre protegida. El volumen de visitantes se regula y se promueve un turismo responsable. Al no tener masificación hotelera, la mayoría de alojamientos son pequeños apartamentos familiares.

El respeto al entorno es parte del ADN de la isla. Es el único núcleo urbano de la isla.

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