¡Ya viene el bueno de Papá Noel! 🎁 Una noche de ilusión para la infancia
En un pequeño pueblo de Lanzarote, donde el viento susurra entre las casas blancas y el mar canta sus olas al amanecer, vivía Lucía, una niña de ojos grandes y sonrisa luminosa. La Navidad siempre era especial, aunque allí no nevara ni los tejados se cubrieran de hielo. Las estrellas brillaban con fuerza y las luces de colores adornaban las ventanas.
Lucía había escrito su carta a Papá Noel con mucho cuidado. No pidió muchos regalos para ella, solo una nueva mochila para el colegio y unos zapatos cómodos. Pero, al final de la carta, hizo un pedido especial: Querido Papá Noel, por favor, si puedes, lleva también un regalo para mi amiga Sofía. Ella nunca pide nada, pero sé que quiere una muñeca para que la acompañe en las noches. Gracias.

Lucía dobló la carta y la dejó en el buzón rojo que habían colocado en la plaza del pueblo. Mientras regresaba a casa, sintió el aire fresco en su rostro y miró hacia el cielo, donde las primeras estrellas comenzaban a brillar.
Llegó la Nochebuena. En su casa, su madre había preparado una cena sencilla pero deliciosa. Lucía se puso su vestido rojo, aquel que reservaba para las ocasiones especiales, y cenaron entre risas y canciones navideñas.
Cuando terminó la cena, Lucía fue a su habitación, dejó un vaso de leche y unas galletas para Papá Noel y se acostó, aunque el sueño no llegaba. Imaginaba a Papá Noel volando sobre Lanzarote, con sus renos brillando bajo la luna.
A la mañana siguiente, el sol dorado entró por la ventana. Lucía saltó de la cama y corrió hacia el pequeño árbol de Navidad que habían colocado en el salón. Allí, cuidadosamente envueltos, había dos regalos para ella: una mochila azul brillante y unos zapatos nuevos.
Pero eso no era todo. Junto a sus regalos, había otro paquete, con una etiqueta que decía: Para Sofía, con amor de Papá Noel.
Lucía sintió que su corazón latía muy fuerte. Se vistió rápidamente, tomó el regalo y salió corriendo hacia la casa de su amiga. Sofía vivía al final de una calle polvorienta, en una casita con paredes desgastadas. Al abrir la puerta, Sofía se sorprendió al ver a Lucía, que sostenía el paquete entre sus manos.
—¡Feliz Navidad, Sofía! —dijo Lucía con una sonrisa radiante.
Sofía abrió el regalo con cuidado y sus ojos se iluminaron. Dentro había una hermosa muñeca de trapo con un vestido azul.
—¿Es para mí? —preguntó Sofía con la voz temblorosa.
—¡Claro que sí! Papá Noel también piensa en ti.
Las dos amigas se abrazaron bajo el cielo despejado de Lanzarote. El sol brillaba con fuerza, y aunque no había nieve ni chimeneas humeantes, el espíritu de la Navidad había llenado sus corazones.
Esa noche, Lucía escribió una pequeña nota que dejó junto a su ventana: Gracias, Papá Noel, por hacer feliz a mi amiga. Esta ha sido la mejor Navidad de todas.
Y, en algún lugar lejano, entre estrellas y nubes, Papá Noel sonrió satisfecho.





