Las claves para disfrutar de una buena siesta y seguir rindiendo
En verano, cuando el calor aprieta y las actividades al aire libre llenan nuestras jornadas, recuperar energía a mitad del día se convierte casi en una necesidad. En Canarias, la siesta no es solo una tradición, es también una herramienta de bienestar. Y más aún durante los meses más calurosos.
Diversos estudios científicos respaldan que una siesta breve mejora la concentración, reduce el estrés y ayuda a equilibrar el sistema nervioso. Además, en entornos cálidos como Lanzarote o La Graciosa, donde la actividad al mediodía puede resultar agotadora, echarse una cabezada puede ser clave para aprovechar mejor el día.
¿Cuánto debe durar una buena siesta?
La recomendación general de los expertos es que no supere los 20 o 30 minutos. Este tiempo es suficiente para mejorar el estado de alerta y el rendimiento cognitivo, sin entrar en fases de sueño profundo que luego dificulten el descanso nocturno. Si se alarga más, puede provocar somnolencia y desorientación al despertar.
La siesta ideal se hace en un lugar fresco, con luz tenue y sin ruido. En casas tradicionales de las islas, con paredes gruesas y patios interiores, estas condiciones se daban de forma natural. Hoy, un ventilador o cerrar las persianas a mediodía pueden ayudarnos a crear ese ambiente propicio.
Tumbarse, cerrar los ojos y simplemente desconectar durante unos minutos ya tiene beneficios. Se reduce la presión arterial, mejora el estado de ánimo y se alivia la fatiga muscular.
En las islas, la pausa tras el almuerzo sigue siendo para muchos y muchas sagrada. Es una práctica que nos recuerda que la vida no siempre debe ir deprisa, y que saber parar también es saber vivir.