Algunos de los tesoros escondidos de Lanzarote para descubrir con calma…

Lanzarote no es solo playas y paisajes lunares. También es una isla de pueblos tranquilos, con plazas sombreadas, casas encaladas y una vida pausada que parece resistirse al ritmo apresurado del turismo moderno.

Este verano, tómate un día para perderte por algunos de estos núcleos rurales que conservan el alma auténtica de la isla.

Haría, entre verdes palmerales
Ubicado al norte de la isla, Haría es uno de los pueblos más verdes de Lanzarote, gracias al palmeral que lo rodea. Pasear por sus calles es descubrir fachadas blancas, ventanas verdes y una serenidad envolvente. Aquí vivió sus últimos años César Manrique, y su casa-museo es una visita obligada para entender su relación con la naturaleza y el arte.

Teguise, historia y mercado
Antigua capital de Lanzarote, Teguise conserva un aire señorial en cada rincón. Iglesias, conventos y casonas del siglo XVIII dan forma a su centro histórico. Todos los domingos, el pueblo cobra vida con uno de los mercados artesanales más famosos de Canarias, donde se mezcla lo local con lo internacional. Pero incluso sin mercado, merece una visita lenta y sin prisas.

Yaiza, el blanco más puro del sur
Yaiza ha sido varias veces reconocido como uno de los pueblos más bonitos de España. Su cuidada estética —fachadas níveas, calles limpias, jardines floridos— contrasta con la negrura del paisaje volcánico que la rodea. Desde aquí se pueden hacer excursiones al Parque Nacional de Timanfaya o relajarse en alguna bodega cercana.

Tinajo y la Lanzarote más rural
Alejado de las rutas más turísticas, Tinajo conserva el espíritu agrícola de la isla. Es un buen punto de partida para conocer La Santa, el Monumento al Campesino o hacer senderismo por el entorno del Parque Natural de Los Volcanes. Sus gentes, su gastronomía y su tranquilidad lo hacen ideal para una escapada diferente.

Estos pueblos no solo ofrecen belleza visual, sino también una forma de entender Lanzarote más allá de sus playas. Este verano déjate llevar por la ruta menos transitada. Allí donde no hay prisas, sigue latiendo la verdadera esencia de la isla.

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