Nuestro cerebro tarda unos días en adaptarse al nuevo horario de invierno

Los relojes se retrasaron una hora esta pasada madrugada de domingo, día 27 de octubre, para adaptarnos al nuevo horario de invierno. Aunque eso de «adaptarnos» le costará algo más a nuestro cerebro que a los relojes, porque los expertos señalan que las personas suelen tardar unos días en amoldarse a este cambio (hasta cuatro).

Este domingo tendrá una hora más. Recordar que durante el horario de invierno amanece y anochece antes.

Este cambio horario es obligado por la directiva comunitaria 2000/84/CE, que continúa vigente y señala que el último fin de semana de octubre los socios europeos deberán retrasar una hora el reloj; y luego adelantarlo en verano.

Se instauró en su día buscando un mayor ahorro energético y el mayor aprovechamiento de las horas de luz hasta la primavera.

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