Se cumplen 528 años de la culminación de la conquista de Canarias
Estos días se cumplen 528 años de la culminación de la conquista castellana en 1496, cuando el adelantado Alonso Fernández de Lugo proclamó la toma de Tenerife (la conquista finalizó oficialmente con la Paz de Los Realejos), la última isla que quedaba fuera del control de la Corona de Castilla.
Aunque algunas crónicas sitúan la fecha entre el 25 de julio y el 3 de agosto, es el 2 de agosto el día que suele recordarse como simbólico en la mayoría de los registros históricos. Fue el punto final de un proceso que comenzó más de 90 años antes con Lanzarote, que cayó en manos normandas en 1402, y que terminó en las faldas del Teide con la rendición de los guanches.
La conquista no fue un acto aislado, sino una larga secuencia de episodios marcados por alianzas, traiciones, rebeliones y batallas decisivas como la de La Laguna o la de Acentejo. Para los pueblos originarios, supuso el inicio de una transformación profunda: la pérdida de la soberanía, la cristianización forzosa, y una nueva organización social que terminó con siglos de cultura aborigen.
En Lanzarote, que fue la primera isla conquistada y base de operaciones de posteriores campañas, esta efeméride nos invita a reflexionar sobre el papel del archipiélago en la expansión atlántica de Castilla. Desde aquí salieron muchas de las expediciones, y aquí se instalaron los primeros modelos de administración colonial.
Hoy no hay desfiles ni discursos oficiales. Sin embargo, la historia sigue ahí, entre las piedras de nuestros castillos, en los nombres de nuestras calles y en la memoria de un pueblo que ha sabido reinventarse a lo largo de los siglos.